Carta abierta a Alejandro Sanz y Lucas Sánchez. (En respuesta al jaleo que se ha formado entre el científico y el artista).

Soy Antonio López Herreros, autor del libro sobre propiedad intelectual para niños: «P.I.:La contraseña». Tras el revuelo que han suscitado las opiniones que ha vertido el artista Alejandro Sanz en su Twitter tengo que decir que efectivamente, sí, las comparaciones son odiosas y más cuando se trata el tema de los derechos humanos. Claro que la contestación pública que le ha hecho Lucas Sánchez, un científico afincado en América (donde tienen el copyright, un sistema distinto de propiedad intelectual basado en el derecho anglosajón) en la que manifiesta sus quejas por tener que pagar por usar sus propias obras tampoco aporta una imagen objetiva de la propiedad intelectual en España.

Sin duda, las afirmaciones del artista habrían pecado de viscerales, de compromiso y exceso de pasión, algo que caracteriza su obra musical. Claro que las afirmaciones, algo mas hippies del científico, aunque se acercan a la verdad están expresadas de una forma que crean confusión por mezclar conceptos de propiedad intelectual  con otros de propiedad industrial y encima, de diferentes legislaciones. Vayamos por partes y despejemos dudas.

Los derechos de autor en Europa tienen como fuentes la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América y la Declaración de los Derechos del hombre. Quizá de ahí esa pasión histórica en la defensa a ultranza de las propias creaciones. Conozco pocos artistas que se mojen tanto por dejar claro que robar es un delito y aunque no se si los mensajes en el Twitter son el lugar mas indicado para decirlo, está bien llamar a las cosas por su nombre. Sin duda alguna, en el ámbito civil, los derechos de autor son de los derechos mas humanos que tenemos puesto que brotan del propio ser y solo los que tienen el don de la creatividad y la originalidad deciden y corren el riesgo sobre qué hacer o no hacer con sus obras creadas, tanto si son un éxito como si no. Se juegan todo a una carta con el compromiso de no fallar al publico porque como personajes públicos están, como los políticos, expuestos al juicio de la sociedad. Por lo tanto, la pasión en un entorno donde se trabaja haciendo de la emoción voz, melodía, palabra, vibración y sentimiento, es un lenguaje que a todos llega y conecta de manera mas solidaria. De ahí la repercusión de las palabras emitidas por Alejandro Sanz, las mas acertadas y las mas desatinadas.

Ser científico, supone una vida de mucho estudio y sacrificio en pos de la investigación como se desprende de la carta de Lucas Sánchez. En este campo la pasión se sustituye por la experimentación y el método empírico. Las creaciones tienen que funcionar y se tienen que comprobar antes de que salgan a la luz pública. Sí, también existe un posterior negocio, pero el creador no tiene una exposición pública, y no entraña un riesgo ni un juicio popular porque la sociedad nunca se atreve a opinar sobre la ciencia. Además, al crear una posible patente dentro del entorno laboral de una empresa o patrocinador, el autor tiene un contrato laboral y cede los derechos de autor a la que pone el dinero, aunque existe la posibilidad de negociar royalties cuando se consigue un descubrimiento. Eso es cuestión de asesorarse bien por profesionales o si se trabaja «por amor a la ciencia» se puede optar por el copyleft. Bueno, con esta última opción no se si se pueden pagar muchas facturas, ese es el inconveniente. Lo que está claro es que el negocio de la investigación farmacéutica es un negocio mucho mayor que el de la música, por ejemplo, y en el que no existe la posibilidad de descargarse la medicina por Internet.

La salud es por excelencia el derecho humano, social y fundamental que todo el mundo ha de tener. Los derechos de autor solo los disfrutan aquellos que además de estar bendecidos con el don de la salud, están tocados por la mano de la originalidad y la creatividad. De ahí que como jurista especializado en propiedad intelectual e industrial, como admirador de la ciencia por su importancia para el desarrollo humano y mi devoción por el arte, el que cultivo por su importancia para el crecimiento humano, quiera compartir con todos estas precisiones para que evitemos, de nuevo, frivolizar con los derechos humanos y no se vulgaricen a su vez los derechos de autor. Una vez separado el plano filosófico del puramente negocial, expongo que la ciencia tiene mayores privilegios en cuanto a las protección de sus creaciones, puesto que tiene a su servicio las leyes de derecho de autor, como nuestra Ley de Propiedad Intelectual (LPI) en España y la legislación vigente sobre las patentes y las marcas. Los derechos de autor en el mundo del arte sin embargo, están protegidos, de momento, solamente por la LPI. Estos privilegios de la ciencia podrían deberse a que las creaciones científicas se les denomina «descubrimiento» y es algo que a la sociedad le impacta porque “nos hará la vida mas fácil” o “porque ayudará a los que lo necesitan”. Sin embargo una obra artística, parece no ayudar a nadie. Es algo cultural, que a muchos les aburre o bien es pura frivolidad y cachondeo. Pero que todo el mundo lo quiere tener almacenado gratis en un disco duro. Ambos sectores de la creación humana, bien como obras del espíritu o bien las del intelecto, como las queramos llamar, cubren aspectos humanos que nos equilibran en nuestro día a día. Y sin duda detrás de todo ello hay autores, hay científicos, hay multinacionales, hay súper estrellas, hay productores, hay artistas, hay entidades culturales, hay muchos seres humanos trabajando en esta cadena humana del día a día y no podemos atraer tanta negatividad hacia un tema del que deberíamos estar orgullosos. Pero para los polemistas, también les diré que soy partidario del debate (que no de la polémica) mas a menudo, siempre que se  tengan nociones básicas de propiedad intelectual, que en mi libro, dicho sea de paso, están explicadas para un niño de diez años.

Para que no parezca que se ha monopolizado el tema tanto por el artista como por el científico, hablemos también con la voz de todos los creadores que viven mas modestamente de sus derechos, de su trabajo, de sus pequeñas oportunidades, del crecimiento diario, de la ilusión de ser grande para que sus palabras trasciendan, para que su descubrimiento se conozca. De todos los que no tienen millones de seguidores o la posibilidad que los periódicos les publiquen una carta abierta. Abramos la mente y realmente comprendamos que la solidaridad significa: «Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros» y egoísmo, por el contrario: «inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás».

A pesar de todo, y como hay que seguir creando, os tengo que dar las gracias a los dos por vuestra vocación, por vuestra valentía, por pronunciaros al respecto, porque el tema de la propiedad intelectual está muy candente y hablando se entiende la gente. En todo caso como decía Arturo Graf «son mas instructivos los errores de los grandes intelectos que las verdades de los mediocres».

Antonio López Herreros

Jurista de Propiedad Intelectual.

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